
Es de noche. Escribo a la luz de una vela que humea incesante. Azul, amarillo, rojo... Te busco. Cierro los ojos. ¿Estás ahí?. ¿Sigues dentro?. Necesito hablarte. Ven, vuelve a sentarte en mi cama. Quiero acariciarte. Sonrío... Sí. Has venido de nuevo. Eran muchas noches separados y mi piel iba muriendo sin tus besos. Acércate, sí. Soy yo, no temas. Necesito escucharte. Mi corazón ya no late, ¿sabes?. Hace tiempo que no lo siento. Has cambiado... pero esta habitación es sólo nuestra, y aquí somos tan etéreos como el tiempo, como las olas. Anoche soñé contigo. No, no te vayas. Necesito que me des algo más de vida. Sé que no estás bien, pero yo puedo ayudarte. No llores mi amor, sabes que pasará. Acurrúcate aquí, donde siempre, muy adentro. Sé que estas leyendo mis pensamientos. No me mires así. No, no... no estoy llorando. Así pareces un ángel, ¿no te lo había dicho? Creo que las paredes están cambiando de color. Necesitas pensar, no puedes tener miedo. Eso es, cambia de escenario. Eres un verdadero genio. No, yo nunca te abandoné. Siempre estuve en el mismo lugar, pero tu no venías. Cálmate. Llora, llora si lo necesitas. Y déjame entrar en tu alma. Mira la vela. Azul, amarillo, rojo... ¿ves como baila? Yo puedo hacer lo mismo contigo, con tu corazón.
Parpadeo. Parpadeo. No logro ver bien a través de mis pupilas. Otra noche más aquí. Tan lejos, y tan cerca. Tan cerca y tan lejos.