22 septiembre, 2007

Cien palabras

“Lo siento, hicimos lo que pudimos. Está muerto." Con las manos cruzadas sobre el sucio delantal, arrugó las cejas y dejó escapar un tímido suspiro disfrazado de terror. “La policía y el juez vienen de camino para proceder al levantamiento del cadáver”. En el resto de cerveza caliente todavía efervescía su castigo, mientras ella miraba su cuerpo cosido con tiza al suelo. Se alejó unos metros y respiró profundamente. Una sonrisa de malicia se dibujó en su cara. Se había jurado a si misma mil veces que algún día lo haría. Ahora comenzaba otra vida. Ahora sería feliz.