15 febrero, 2008

Vieja al fin

Beber sola ya no me reconforta. Hace tiempo que dejó de ser así. Delirios de un futuro, un tal vez en agonía que exhalaba su adiós a unos ojos suspicaces de avaricia. ¿En qué momento te perdí? O más bien: ¿En qué momento estuviste aquí? Ya no lo sé o tal vez lo olvido para hacerme creer que ocurrió y que se ha ido, por culpa del error que no fue de los dos, sino solo mío, o tal vez solo tuyo. No sé. El caso es que dijiste adiós y me quedé con esa palabra bebiendo hasta hoy y con una foto tuya mirándonos desde el altillo. Mi alma la guardé en el bolsillo para no rendir cuentas a lo debido. Mi dolor se fue con un suspiro. Mi destino lo pagué con cada gota de mi cuerpo y ya nada me hará volver a ser lo que antes creo que fui. Te veía a lo lejos partir, y no dije nada. Te miraba furtivamente esperando contestación, y no escuché palabra. Tendí mi mano al aire para encontrar la tuya y solo el viento me arrulló los dedos cuando quedaron fríos. Y sin más, sin canto, sin mariposas rojas, sin olor a verde recién cortado, sin satén azul, te vi girar firmemente la cabeza y fue así, al final, como definitivamente te perdí.

1 Comments:

At 2/16/2008 3:06 a. m., Blogger Phantom said...

a ver si dejamos de leer dentro de mi cabeza...

Esperando cada día algo nuevo.

 

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