11 abril, 2006

Capas ocultas por el tiempo

Imagino que soy una pequeña muñeca de cera. Cera de todos los colores, con un estupendo traje y una radiante sonrisa. Imagino que me coges y me elevas alto, muy alto, contemplándome como lo haría un entendido del arte. Al trasluz, minuciosamente. Cada peca, cada pierna y cada mano. ¡Y me ves perfecta!. Símbolo puro e intacto de la belleza misma, que ha venido a volcar en mí todo su saber y arte. Hermosa como ninguna otra, tal cual tú te esperabas que fuera. Así que yo sonreiría por saber que no te he defraudado. Y el nudo en la garganta desaparecería dejando en su lugar tranquilidad. Pero sería entonces cuando te darías cuenta de que algo falla…

Me posarías suavemente en la mesa y comenzarías a elucubrar sobre lo que no te encaja. ¿Qué es lo que me pasa?. Pensarías e imaginarías por qué no soy como esperabas. Me mirarías con rapidez, con ansia buscarías mi punto débil, lo que me mata. No hay equilibrio en tu figura, pensarías. Algo no encaja... Así que me darías vueltas y vueltas, y yo simularía ser una muñeca bailarina, danzando rítmicamente al compás de mi caja de música... Y de pronto todo se para. Clavas tu mirada en mí con un brillo especial y cristalino, casi a punto de gritar “¡eureka!”. Y yo me pongo en lo peor y me estremezco. Qué pasará ahora… Y como temblando, alargas tu mano hacia mi cuello, mi frágil y perfecto cuello y tiras de algo, y yo me estremezco… Tiras y tiras y parte de mi traje desaparece. Y te quedas mirando aquello que me has sustraído e impertérrito lo posas lentamente sobre la mesa y repites el mismo gesto. Tiras, tiras, tiras y tiras… Tiras de mi hermoso traje, que ya no es traje sino combinación. Pero tú no paras y sigues tirando. Tiras de nuevo y yo callo. Tiras porque puedes tirar y por ello tú también callas. Y en ropa interior me contemplas un segundo, el justo para mirarte y pedir clemencia, pedirte que pares con mis ojos hechos un río. Pero tú me ignoras como se ignora a un niño cuando pide un capricho y continúas tu tarea… Así que yo miro hacia abajo, hacia el abismo de mi perdición y empiezo a pensar cuál será el final de mi historia, esta historia que escriben para mí y soy protagonista…

Sabes que es la última vez que tirarás y te lo piensas, pero no cesas. Y temblando de nuevo, esta vez con emoción, no erras y acabas tu tarea… Y entonces yo cierro los ojos para no ver tu reacción y tú enmudeces de extrañeza ante lo que estás contemplando… Sin pestañear para no perder detalle, descubres que tras esas capas de mentiras creadas, se esconde la verdadera identidad. Una verdad hecha cuerpo de hada, alas de hada y belleza de hada. Que esa faz de muñeca era una máscara veneciana que existía por exigencia, pero cual antifaz, no es la realidad…Y avergonzada te miro, con mejillas sonrosadas y lágrimas derramadas, y descubro… Descubro que para ti la verdad es más difícil de aceptar.

1 Comments:

At 4/14/2006 2:53 p. m., Blogger Auto Sabio said...

vaya....

...
....
.....
......

joer....



vaya con la q haya escrito esto.


solo m cabe decir,

OLE,

OLE,


y Ole !!

 

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