24 enero, 2009

Mi pesar maTUtino


Hoy me desperté más YO que nunca. La cabeza tum-tum y los pies que no se apoyan al bajar de la cama. De fondo la banda sonora de un desayuno que se prepara mientras se limpian los platos de la noche anterior ¿Tan tarde me levanto o es la casa la que no ha podido dormir? El caso es que los restos del sueño que he tenido me persiguen de camino al baño y los veo plasmados en mi reflejo al encender la luz: pelos revueltos, ojeras, barba dejada y cansancio en ojos entornados. Eso solo tiene una explicación posible: TÚ. De nuevo has vuelto a perturbar mi sueño, haciendo que me mueva inquieto en la cama, robándome las horas de descanso que me corresponden. Maldita sea. Antes caía agotado en el colchón sin tiempo de arroparme en condiciones y, tan pronto como eso ocurría, sonaba el despertador cansino. Por lo menos dormía sin darme cuenta ¡Y puff! ¡Un nuevo día! Ahora eso no ocurre. Ahora es diferente. Porque estás TÚ y yo no contaba contigo en mis noches... De eso me quejo mientras derramo el café de mi taza y me quemo la lengua de lo caliente que está. ¡Ea! No le sacaré el gusto a la comida en una semana. Y para colmo no atiendo mientras me hablan. Da igual, creo que no he empezado muy bien el día. Cuanto antes me centre, antes desaparecerás por un rato al menos. Tropiezo de camino a la ducha, por lo visto la falta de descanso aflora mi torpeza. Consigo la temperatura alta que me gusta y me sumerjo bajo el chorro, dejando que el agua me aísle. Y por fin me relajo. Pero entonces aparece en mi mente tu boca besándome, tus manos tocándome… Aparece tu pelo largo y tus curvas bajo la falda. Sin preguntar, mi imaginación se desborda y deseo algo que no ocurre. Aparece de nuevo el sueño vespertino y los otros tantos que tengo, dormido y despierto. El recuerdo de tu sonrisa, tu forma de caminar, de hablar, el sonido de tu… ¡Basta! ¡Se acabó por hoy la ducha! Mejor será que me vista y me ahogue en el trabajo, a ver si el estrés me calma. ¿Estrés igual a calma? Pues sí, la antítesis constante en mi vida desde que te instalaste sin permiso dentro de mí. Y estás pero no estás. Y estoy pero no me encuentro ya sin ti. Aunque el “TÚ y YO” no vaya a pasar nunca. Distintos y Distantes. Antítesis. Quién lo diría…