25 septiembre, 2007

Otras Cien palabras

No sé si os pasa, pero yo nunca logro evitar que los restos de ceniza manchen la madera del mueble del comedor. Culpa del feo vicio que adquirimos los que no tenemos la conciencia tranquila. Le miro vestirse, con mi cigarro en la mano, mientras le doy pequeñas caladas que alargan la espera. Se levanta con una media sonrisa y me da un beso. Me dice adiós y ni me molesto en contestar. Encima de la mesa ha dejado el dinero. Y así cada vez que nos vemos. Apago mi asco en el cenicero de la estantería, recorro el pasillo, me quito los tacones y me sumerjo en el agua tibia. Quizá si cierro fuerte los ojos, no me sienta una prostituta…

22 septiembre, 2007

Buscándo(te), queriéndo(te)

Es de noche. Escribo a la luz de una vela que humea incesante. Azul, amarillo, rojo... Te busco. Cierro los ojos. ¿Estás ahí?. ¿Sigues dentro?. Necesito hablarte. Ven, vuelve a sentarte en mi cama. Quiero acariciarte. Sonrío... Sí. Has venido de nuevo. Eran muchas noches separados y mi piel iba muriendo sin tus besos. Acércate, sí. Soy yo, no temas. Necesito escucharte. Mi corazón ya no late, ¿sabes?. Hace tiempo que no lo siento. Has cambiado... pero esta habitación es sólo nuestra, y aquí somos tan etéreos como el tiempo, como las olas. Anoche soñé contigo. No, no te vayas. Necesito que me des algo más de vida. Sé que no estás bien, pero yo puedo ayudarte. No llores mi amor, sabes que pasará. Acurrúcate aquí, donde siempre, muy adentro. Sé que estas leyendo mis pensamientos. No me mires así. No, no... no estoy llorando. Así pareces un ángel, ¿no te lo había dicho? Creo que las paredes están cambiando de color. Necesitas pensar, no puedes tener miedo. Eso es, cambia de escenario. Eres un verdadero genio. No, yo nunca te abandoné. Siempre estuve en el mismo lugar, pero tu no venías. Cálmate. Llora, llora si lo necesitas. Y déjame entrar en tu alma. Mira la vela. Azul, amarillo, rojo... ¿ves como baila? Yo puedo hacer lo mismo contigo, con tu corazón.

Parpadeo. Parpadeo. No logro ver bien a través de mis pupilas. Otra noche más aquí. Tan lejos, y tan cerca. Tan cerca y tan lejos.

Cien palabras

“Lo siento, hicimos lo que pudimos. Está muerto." Con las manos cruzadas sobre el sucio delantal, arrugó las cejas y dejó escapar un tímido suspiro disfrazado de terror. “La policía y el juez vienen de camino para proceder al levantamiento del cadáver”. En el resto de cerveza caliente todavía efervescía su castigo, mientras ella miraba su cuerpo cosido con tiza al suelo. Se alejó unos metros y respiró profundamente. Una sonrisa de malicia se dibujó en su cara. Se había jurado a si misma mil veces que algún día lo haría. Ahora comenzaba otra vida. Ahora sería feliz.