07 julio, 2006

Mis sandalias rojas


Aproveché que ayer era domingo para sacar los zapatos del verano pasado. Nunca me gustaron demasiado los domingos, pero después de algunos años descubrí que el secreto está en ocuparlos haciendo lo que siempre quiero hacer y luego nunca hago. Ayer saqué la ropa de verano que me faltaba aún en el armario. Mi vestido blanco, mi falda verde, la camiseta azul de tirantas para tirarme al sofa y ver una película... Y mis sandalias rojas... Y saqué la del pie derecho y recordé el olor de agosto sentada en cualquier terraza... y saqué la del pie izquierdo y sentí la brisa del rio acariciando mi cara, cruzada de piernas dejando escapar el sol... y me las puse y caminé hasta el espejo, y me puse de perfil. Y tu imagen apareció a mi lado, volvieron tus manos a mis caderas y tus ojos a acariciar la curva interminable de mi espalda. Y volvieron los escalofrios perdidos y las mariposas blancas a mi estómago... Esa tarde paseé sola por el centro de mi ciudad, dejé que mis sandalias nuevas/viejas, me llevaran donde en otro tiempo habian calzado pies felices de una chica feliz, y caminé sin rumbo hasta que anocheció. El bar de luces tenues de la esquina, la calle torcida donde me guiñaste el ojo (... eterno guiño), las casas enormes, las puertas pequeñas, las baldosas de colores y los balcones con flores... Volvió el calor y con él la templanza de tu cuerpo junto al mio, el recuerdo imborrable de noches nuevas en camas nuevas... Y recordando recordando, salí del laberinto sin miedo a perderme de nuevo. Completé el puzzle de mi vida, sólo me faltaba la última pieza... lo que no sabía era que estaba a la vuelta de la misma esquina del bar de luces tenues... Volví a casa serena, me senté en la cama y me quité las sandalias, mis viejas sandalias rojas. Las metí en su caja, pie derecho (yo)... pie izquierdo (tú)... y la tapé. Me subí a la silla y la guardé en el altillo de mi habitación. Comprendí que como buen recuerdo, allí debían quedarse, pues ese era su sitio...
“Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver.”

05 julio, 2006

Lluvia sin cafe


Ayer no fue tarde de lluvia y café. Ayer no llovió pero sí lo hizo. Y sin embargo no hubo café. Seguí las rutinas del día, los pasos agigantados de una sociedad que no se mueve. Y yo tampoco con ella. Y busqué pero no encontré. Tarareaba una canción de esas que se agarran por la mañana y te acompañan todo el día. Ya no sé siquiera de qué trataba. No hubo pues aroma a café. Ayer no. Entonces ¿Por qué llovió?. Desde la esquina observé las terrazas llenas de conversaciones y humo cálido que salía de las tazas. Y me quedé allí parada, simplemente mirando. Sintiendo que llovía, o quizá ni chispeaba. Pero ellos reían y yo solo miraba. Y de nuevo tarareando, y de nuevo caminando, pensé: "hoy no he tenido café".